Acuerdo con mucha PRISA

La Crónica, 26 de octubre de 2001

El encuentro del 14 de octubre en Madrid encabezado por el presidente Vicente Fox y en el cual los propietarios de PRISA y Televisa formalizaron la incursión del grupo mediático español en la radio mexicana, puede ser entendido como el inicio de una alianza de mayor alcance.

   Aunque no aparecieron en las fotografías, dos personajes de extraordinaria relevancia en la vida pública de España y México influyeron directamente para hacer posible ese acuerdo.

   Nos referimos a Felipe González Márquez, el legendario ex dirigente del Partido Socialista Obrero Español que fue presidente de su país durante 14 años y al empresario mexicano Carlos Slim Helú.

   Dedicado ahora a los negocios aunque sin dejar de tener una autorizada voz en los asuntos españoles e internacionales, González auspició el acercamiento de Televisa con el grupo español que acaba de invertir 60 millones de dólares en la radio mexicana. Slim, por su parte, podría estar iniciando de esa indirecta pero influyente manera una incursión más a fondo en Televisa, a la cual ya ha rescatado de algún apuro financiero.

   A la firma del convenio en Madrid acudieron relevantes personajes de los cada vez más imbricados mundos de los negocios y la política en ambos países. Desde México viajó el señor Lino Korrodi, cuya cercanía a Vicente Fox es tan estrecha que manejó las finanzas de su campaña y ahora tiene derecho de picaporte en Los Pinos.

   Todos ellos festejaron el acuerdo PRISA-Televisa. Pero al parecer no tomaron en cuenta la restricción que la ley mexicana impone al capital extranjero en la radio y la televisión.

   El artículo 31 de la Ley Federal en esa materia, en su inciso IV, establece como causa de revocación de las concesiones:

   “Enajenar, ceder o transferir, hipotecar, dar en garantía o en fideicomiso o gravar de cualquier modo, íntegra o parcialmente, la concesión y los derechos derivados de ella, el equipo transmisor, o los bienes afectos a su actividad, al Gobierno, empresa o individuo extranjeros, o admitirlos como socios de la negociación concesionaria”.

   Los defensores de la  transacción entre Televisa y PRISA dicen que está amparada por una disposición de la Ley de Inversiones Extranjeras que permite la llamada “inversión neutra”. Se trata de un subterfugio para eludir disposiciones como la antes citada. Quizá en algunas ramas de la economía ese recurso se pueda poner en práctica pero en este caso, salvo con una distorsión exagerada de la Ley Federal, sería imposible.

   Con su inversión, PRISA dista de pretender neutralidad alguna en las estaciones de radio de las que busca ser copropietaria. El manejo de la programación será responsabilidad suya pues designará al director de las emisoras.

   Los intereses violentados por ese convenio se encuentran, antes que nada, en la misma industria de la radiodifusión mexicana. Nueve días antes de la firma del contrato el presidente Fox escuchó en la ciudad de México al dirigente saliente de los radiodifusores, Joaquín Vargas Guajardo, insistir en “la necesidad estratégica de mantener el control de la industria de la radio y la televisión en manos de mexicanos”.

   Es discutible la pertinencia de conservar cerrados los medios electrónicos de nuestro país al capital extranjero, sobre todo cuando se constata que las televisoras y muchas radiodifusoras mexicanas tienen una alta cantidad de producción foránea. Puede parecer absurdo impedir que ingrese el capital de otras naciones cuando las frecuencias de la televisión y la radio de todo el mundo son sintonizadas sin barrera alguna en todo México.

   Sin embargo la ley, es la ley. Y solamente con una interpretación dolosamente torcida se podrá quebrantar la prohibición expresa que la legislación de los medios electrónicos establece para el capital extranjero.

   En España un extranjero no puede ser propietario de más del 25% de una empresa de radiodifusión. En el reciente libro El futuro ya no es lo que era, resultado de una extensa conversación de Felipe González y Juan Luis Cebrián –consejero delegado de PRISA– este último reconoce, aunque en desacuerdo con ellas, que “en casi todos los países del mundo existen fortísimas limitaciones a la inversión extranjera, precisamente, en medios de comunicación”. 

   Esas limitaciones también las hay en México. Todo parece indicar que, confiados en el beneplácito del presidente Fox, a los dueños de PRISA se les olvidó preguntar si aquí también prevalecen restricciones como esa, que están vigentes en todo el mundo.  

Correo electrónico: rtrejod@infosel.net.mx

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